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El Perro Lunar
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About me

LocationCráter Vitruvius, Mar de la Tranquilidad
InterestsHola, amigos. Soy El Perro Lunar. Yo he vivido siempre en una ladera del cráter Vitruvius, entre el Mar de la Tranquilidad y el Mar de la Serenidad. Un sitio de lo más pacífico, como veis. O así era hasta que a finales de los ’60 y principios de los ’70 aquello empezó a llenarse de gente. Que no es que a mí me pareciera mal que vinieran humanos de visita, pero es que hacían un ruido que si había misión tripulada ya te podías olvidar de echar siesta en una semana. Además que lo dejaban todo hecho un asco, porque lo de las banderitas pase, pero se quedaban ahí un montón de aparatos y mierdas varias y eso no puede ser. Así que yo como que no les tenía mucho cariño a los hombres y si venían yo me iba para otro lado. Hasta que llegó la gota que colmó el vaso. Que hay que decir que yo ya estaba calentito, porque habían mandado ya dieciséis cohetes (que se dice pronto) y no parecía que fueran a parar. Pero es que el decimoséptimo cayó en la orilla del Mar de la Serenidad, como quién dice en el patio de atrás de mi casa, que acababa de sacar yo la ropa a tender y me la llenaron toda de polvo. Total que fui con un cabreo de cojones a echarles de allí como fuera. El tema es que según me acerqué me hicieron gracia. Había dos por ahí triscando tan felices, cantando y todo. Además se les veía así como muy torpes y buena gente, inspiraban compasión. Por resumir os diré que al final nos llevamos bien, y cuando se tuvieron que ir me dio hasta pena. Cuando ya nos estábamos despidiendo, uno de ellos decidió hacerme un regalo, que yo no le di mucha importancia en el momento, pero que cambiaría mi vida para siempre.
Favorite musicLo que el comandante Cernan me dejó fueron una serie de discos que se había traído para hacer más ameno el viaje. Además tuvo la delicadeza de construirme una escafandra con un sonido surround de flipar para que pudiera escucharlos bien, ahí arriba a la izquierda me podéis ver con ella en la foto. Eso sí, yo le dije que me había gustado conocerles pero que por favor dejaran a la Luna en paz y se fueran a otros sitios que el espacio era muy grande. Y me hicieron caso, el Apollo 17 fue la última misión tripulada que vino por aquí. Tened en cuenta que esto era diciembre del ’72, y entre los álbumes que me dejó estaban el Exile on Main St. de los Stones, el Ziggy Stardust de Bowie, el Amazing Grace de Aretha Franklin o el Talking Book de Stevie Wonder. Absolutamente alucinado por aquellos sonidos, pronto empecé a encargar más discos por correo espacial y así he estado los últimos 35 años, con lo que mi colección es impresionante. Afortunadamente problemas de espacio no tengo. Cuando ya llevaba una década de pasión musical, tuve una revelación. Corría el año '82, y una tarde de verano, después de escuchar seguidos el Live at the Apollo de James Brown y el Live at Leeds de los Who, decidí que tenía que probar la experiencia de escuchar y ver a los músicos en directo y asistir a un concierto. Para elegir el artista no necesité ni un minuto: los Rolling Stones estaban de gira. Busqué un día que no tuviera nada que hacer y, después de reunir el valor para lanzarme a viajar a la Tierra, llegué al estadio Vicente Calderón, que era donde tocaban esa noche. No os hablaré del concierto porque necesitaría horas, pero fue una experiencia tan abrumadora y emocionante, que desde entonces son frecuentes mis visitas al planeta azul para oír música en directo. Tal vez fuera porque salí del estadio en éxtasis, pero la ciudad me pareció estupenda y ya acostumbro a elegir Madrid como destino. Allí fue donde años más tarde conocería a Susu y a Riggy, pero eso es otra historia.
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